LA FRASE:

"Tenemos diferencias conceptuales entre los gobiernos de la región, pero todos buscamos el mismo objetivo: mejorar el bienestar de nuestra gente. Debemos buscar los denominadores comunes entre nosotros y así multiplicaremos la relevancia de América Latina en el mundo".

Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos

jueves, 28 de enero de 2010

TRABAJOS QUE DESHUMANIZAN

“Chiquitito cara sucia, pequeño luchador, tus manitos ya saben lo que es trabajar”, son las letras conmovedoras de una conocida melodía popular en alusión al trabajo infantil.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se estima que en América Latina y el Caribe trabajan 5.7 millones de niños y niñas entre 5 y 14 años, y muchos de ellos son indígenas. El trabajo infantil está caracterizado por el esfuerzo realizado por un niño que no alcanza la edad específica mínima (15 años según la OIT) para cualquier tipo de trabajo y que por consiguiente impida probablemente su educación y pleno desarrollo por someterlo, en la mayoría de casos, en condiciones de explotación y maltrato poniendo en peligro el bienestar físico, mental y moral del niño.
El trabajo infantil es un fenómeno que tiene diversas aristas, no es exclusividad de la pobreza, aunque sí su causa fundamental; pues también es consecuencia de la exclusión social, la migración e inclusive responde a patrones culturales.
La noción de derechos inherente a los niños, aún no está arraigado en nuestra sociedad, menos aún en zonas rurales, por ello es que coexiste la idea de los padres de prepararlos para la vida a medida que van creciendo, priorizando inclusive en algunas épocas del año el trabajo forzoso en el campo abandonando la escuela.
La desintegración familiar, la paternidad irresponsable y el abandono no hacen más que contribuir al índice de niños que trabajan para sobrevivir; basta dar un paseo por el centro histórico y nos toparemos con muchos niños y niñas que trabajan largas jornadas en las calles en condiciones infrahumanas, ya sea como lustrabotas o vendedores de golosinas; o en tiendas y restaurantes, por unos míseros 100 ó 120 soles al mes, como empleados de limpieza, mozos, lavaplatos o pelapapas. Son trabajos que deshumanizan.
“Quisiera tener mi carro como lo tiene el gobierno, para llevarte al infierno, para llevarte al gobierno”… eran las letras de un huaynito quejumbroso que entonaba una niña en una de esas carrozas mortuorias, llamadas combi, en la que viajaba. Las contradicciones sociales son notorias, mientras algunos niños en estas vacaciones disfrutan su tiempo adiestrando sus capacidades mediante la música o la danza, muchos otros están trabajando para sus útiles o un par de zapatos para volver a la escuela. A pesar de que el problema es conocido (trata de menores, explotación en la selva, empleadas menores de hogar, etc.) muy poco son los casos denunciados; ese es uno de los principales problemas para erradicar este flagelo social: la escasa sensibilidad social y la débil apertura de políticas públicas.
¿Qué futuro le puede esperar a un niño que se ve impedido de acceder a un derecho elemental como es la educación? El trabajo infantil contribuye a perpetuar la pobreza al recortar los derechos de los niños; si bien es cierto que desempeñan diversas actividades en el hogar que forman parte de las estrategias culturales de ayuda y reproducción familiar basadas en los procesos formativos de adquisición de conocimientos, éstas no deben constituirse en excusas para soslayar nuestras responsabilidades como padres y madres en brindarles protección, seguridad y acceso a oportunidades para su pleno desarrollo ¿o qué futuro estamos pensando brindarle a ese chiquitito cara sucia?

Por DANTE(AMH)

lunes, 18 de enero de 2010

EL PODER DEGENERADO

Dicen que el poder excita a todos, tanto al que detenta como al que es seducido por él ¿qué sucede cuando el narcisismo, ese engrandecimiento del yo se embriaga de satisfacción?

Según el sociólogo alemán Max Weber “el poder es la posibilidad que tiene una persona de imponer su voluntad o de manifestar su resistencia”. Los que buscan poder, como la gran cantidad de improvisados que ya pretenden asumir algún cargo político en las próximas elecciones, pueden o no aceptar la reglas éticas marcadas por la costumbre social; claro, amparados cínicamente en la inmunidad y el abuso de poder bajo el pretexto de ser “autoridad”.

Es cotidiano escuchar en la calle, por ejemplo, en una acalorada discusión escandalosa manifestar …“no sabes con quien te estás metiendo, mi tío es policía” o “mi hermano es abogado y no voy a parar hasta meterte a la cárcel”. Expresiones como ésta no hacen más que evidenciar el uso y abuso degenerado del poder creyendo que, el hecho de ostentar cargo público o político es sinónimo de superioridad frente al otro y que su envergadura le garantizará obtener “justicia” así no tenga la razón.

Lo confieso, me sucedió en la universidad el día que asumí la dirigencia estudiantil en la facultad. Luego de un examen, un grupo de estudiantes indignados por el resultado de las notas calificadas irregularmente, decidimos exigir, apelando a la Ley universitaria, revisión de prueba, la cual se nos concedió; aunque al final sólo yo me sometí a dicha revisión por temor de mis demás compañeros a posibles represalias, al momento de la evaluación el profesor lo primero que me dijo fue …¿tú eres el nuevo presidente de la facultad no?, a lo que sin decir palabra alguna yo asentí pasmado e inmediatamente califico nuevamente mi prueba sin mayor reparo. Posteriormente, asumí, equivocado o no, que al profesor no le convenía ganarse pleitos con el alumno que ostentaba el “poder” del gremio estudiantil en esos momentos ¿usted qué cree?, ¿inconscientemente hice mal uso del poder?

Cuando un individuo asume el poder se cree el ser supremo deseoso de gloria y placer que lo puede todo; placer que conlleva a una correlación evolutiva que existe entre placer sexual y poder; por ello no debería sorprendernos que la falta de erección del hombre se le llame impotencia, o sea falta de potencia o poder. Socialmente el hombre ha sido educado y estimulado para que su masculinidad se vea realizado por su ejercicio de poder frente a la mujer, es por ello que los roles y relaciones de género en la familia son inequitativos y machistas. Dicen que las mujeres ejercen poder en el espacio privado y los hombres en el público. ¿Qué tan necesario es ejercer poder sobre el otro para tratarnos como iguales y vivir fraternalmente?, de lo que sí estoy convencido es que hay un sólo ser todo poderoso sobre nosotros y nosotras ….DIOS.
Por DANTE (AMH)

martes, 12 de enero de 2010

DELINCUENCIA Y PANDILLAS JUVENILES

¿Quién alguna vez no ha sido victima de la delincuencia? Este flagelo social que día a día viene creciendo y que hoy en día es considerado unos de los problemas más neurálgicos en el país.

El delito común, las pandillas juveniles y la inseguridad ciudadana en general siguen constituyendo un creciente motivo de temor y psicosis en nuestra sociedad. Este problema social es consecuencia, que duda cabe, de la desintegración familiar, la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades de superación.

La delincuencia normalmente esta asociada al alcohol, la violencia y las drogas en las pandillas juveniles. Sobre el particular, uno de los primeros estudiosos es Frederic Thrasher quien, al describir las pandillas de los suburbios de Chicago en 1920, escribió: “La pandilla es un grupo primario… en ella se observa todo tipo de comportamiento corporativo, hasta la deliberación y planteamiento más fríos. Es más, hasta puede incluso, alcanzar una elaborada tradición, casi una cultura propia y, en ese sentido, es como una sociedad en miniatura…”

Las pandillas en nuestra sociedad surgen como espacios de socialización en búsqueda de identidad y valoración atrayentes para los jóvenes ante la fragilidad familiar, centros de estudios y otros espacios que tradicionalmente cumplían ese rol.

En el Perú se estima que existen unos 30 mil pandilleros, de los cuales, un numero considerable se encuentran organizados en 700 pandillas juveniles en Lima Metropolitana.

El problema es complejo, pues según las encuestas de vicitimización aplicada en el país por el Ministerio del Interior a un número de 10,300 familias; en Cusco el 84% de familias encuestadas manifestaron que, el principal problema en el país es el desempleo, seguido por la delincuencia con un 37%; asimismo, el 28% manifestaron haber sido victimas de robo o intento de robo en su vivienda, mientras que sólo un 29% de las familias encuestadas manifestaron confiar en la policía (“Delito e Inseguridad Ciudadana” C. Basombrio 2007).

En nuestra tierra, son conocidos los principales lugares de inseguridad ciudadana pero muy poco se hace para revertir ello, la seguridad se reduce a brindarla en el centro histórico y en la periferia la inacción es evidente; de otro lado, a la hora de asentar una denuncia la policía colabora muy poco, pues en vez de tratar al menos capturar al delincuente, se embrollan en lentos procedimientos burocráticos; para evidencia de ello, basta constatar la cantidad de robos suscitados a diario con la cantidad de denuncias realizadas en las comisarías.

Teniendo en cuenta que uno de sus principales roles del Estado es brindar seguridad a la ciudadanía, el problema demanda su urgente intervención aplicando políticas públicas eficaces. Si bien es cierto que la familia es el principal centro de socialización de un individuo, el problema delincuencial es público, por ello deben ser vistas no sólo como causa, sino principalmente como efecto de la violencia social que es la pobreza, la marginación y el no acceso a educación y empleo digno.

Por DANTE (AMH)

martes, 5 de enero de 2010

LOS DESECHOS DEL MODELO NEOLIBERAL

Muchos han recibido con toda la parafernalia y con buena vibra el “nuevo año”, otros la acogieron reconfortados porque a lo mejor se fue un año no tan grato y vislumbran una nueva oportunidad de lograr los anhelos postergados en el 2010; y muchos otros pasaron, entre el año que se fue y el que vino, zombis en medio de una incertidumbre total por el futuro incierto y la inestabilidad laboral en la que se encuentran, llegando a engrosar el cúmulo de los desempleados, los excluidos, los “excedentes humanos”.

El sociólogo polaco Zigmun Bauman, argumenta que …”una de las consecuencias del neoliberalismo y de la modernidad es haber generado personas excedentes, no queridas, desempleados; de hecho fuera de lugar. Hay una obsesión compulsiva por la construcción del orden social, en el que cada cual tiene su lugar asignado”. (“El Viejo Topo” 2003).

La crisis económica internacional nos ha mostrado el verdadero rostro depredador del modelo neoliberal, pues el nivel de desempleo a nivel mundial, a raíz de la crisis, genero consecuencias devastadoras principalmente en los sectores más desposeídos. Nuestro país no fue la excepción, por la dependencia del modelo y sus consecuencias, los ingresos de los trabajadores se deprimieron, se desregularon los mercados, se empobreció la calidad de educación y acceso a la salud, aumentando la desigualdad, y se elimino la estabilidad y los derechos laboral; vale decir, el libre mercado ahora promueve la política del “cholo barato” que reduce el mercado interno, frena la capacitación y desincentiva el avance tecnológico. Sin embargo nos ha mostrado también que no hay sistema económico infalible, pues para reactivar la economía, y salvar la catástrofe, se tuvo que recurrir al Estado, lo cual demuestra que su regulación en el mercado es inevitable e insoslayable.

Cuando hablamos de desempleo, nos estamos refiriendo a un matiz de provisionalidad, de gente que esta preparada y que en cualquier momento puede emplearse; empero, ¿cuántos “desempleados” están en condiciones de poder emplearse en cualquier momento?, ¿llegará ese momento? Al respecto Z. Bauman enfatiza crudamente que no deberíamos hablar de “desempleo”, sino de “desechos humanos”, porque es gente que no está en condiciones de emplearse por su poca o nula preparación, es gente considerada superflua, excluida, fuera de juego del sistema, verdaderos excedentes humanos; basta ver para ello el hacinamiento en las cárceles y el alto índice de delincuencia en nuestro país. Ese es el progreso económico imperante que genera gente no funcional desde el punto de vista productivo, cuanto menos trabajadores empleados, más eficiente es la economía, “salvo el dinero, todo es ilusión”.

Es evidente que para ser empleable, es necesario tener las capacidades y competencias actualizadas, y por ello es inconcebible que por ejemplo en la provincia de Paruro no haya una sola institución de educación superior tecnológica o técnico productiva; si la política “es el arte de hacer posible lo necesario” como dice Martín Tanaka, es hora de hacer posible lo urgente proporcionando igualdad de oportunidades para todos y todas.

Por DANTE (AMH)