Gobernar en zonas rurales, administrar el bien y, sobre todo, el mal. Cuando uno visita nuestras provincias altas se topa con realidades muy desgarradoras; centros poblados asentados en páramos donde impera casi todo el año el frio, el viento helado y la capacidad de producción es casi nula. Uno se pregunta, qué necesidad de vivir en zonas tan alejadas y en condiciones tan paupérrimas que ni siquiera están interconectadas a vías de comunicación. Es gobernar y administrar la pobreza.
Desde el año 2002, como una alternativa de descentralización y participación ciudadana, el Estado promueve el espacio de decisión de Presupuesto Participativo, éste proceso, en un inicio tuvo una importante participación de la sociedad civil organizada; sin embargo, 7 años después, pareciera que las cosas no marchan como quisiéramos optimistamente.
Según el Grupo Impulsor Para la Descentralización Cusco, los principales problemas y dificultades en la participación de la sociedad civil organizada de este novel proceso son: la deficiente difusión y convocatoria a los procesos participativos, débil articulación distrito-provincia-región, débil representatividad y fragilidad institucional y la escasa voluntad política de participación de la sociedad civil. Empero, el problema es más crítico en zonas rurales, principalmente por las barreras que hay entre los “técnicos facilitadores” y los agentes participantes como: poca relevancia al idioma quechua, deficientes enfoques de género y participación inequitativa del varón frente a la mujer por los roles diferenciados y discriminatorios en la familia. Son temas que habría que tomarlas en consideración para fortalecer la gobernabilidad, porque no podemos hablar de democracia sin la participación equitativa de la mujeres en los espacios de decisión desde la familia, la comunidad y el gobierno local.
¿Qué hacer?, el Grupo Impulsor Por La Descentralización sugiere: articular los procesos entre los diferentes niveles de gobierno, fortalecer las campañas de difusión masiva para fomentar la participación ciudadana, mejorar los niveles de representación y representatividad de los agentes participantes, y generar estrategias para involucrar a las autoridades en los procesos participativos e implementar el sistema regional de planeamiento y participación ciudadana. A pesar de todas las dificultades que se pueda tener en la gestión local en zonas rurales, es precisa la formación política de los líderes y futuros gestores de la democracia, ¿no será hora de estar pensando en una escuela política en la que se vean obligados a formarse los alcaldes y regidores elegidos antes de asumir la gestión local? Pues necesitamos líderes y lideresas que no piensen en su siguiente elección, ni bien asumen la gestión, si no en las siguientes generaciones.
Por DANTE (AMH)
En buena hora.
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